Como todos los lunes, me dirijo hacia O Cebreiro. Son las doce de la mañana cuando llego. Entro en la Iglesia, saludo, al personal de la entrada -siempre atendiendo a algún peregrino- y me dirijo a contemplar el Santo Milagro, en donde rezo una oración. Saludo también al párroco, que me comenta luego que las obras en el entorno de la Iglesia han finalizado. Estos son, más o menos, los ritos que se repiten cada semana que acudo a este lugar, incluyendo en café en el bar de Luis.
La novedad y lo fantástico de O Cebreiro son las gentes que allí acuden a diario, especialmente los peregrinos, que tienen tras de sí una historia impresionante. La mayoría de las veces esas historias permanecen ocultas porque no somos capaces de entrar en diálogo con ellos. De vez en cuando te cuentan alguna e impresiona la fe de muchos, los dramas humanos que otros están viviendo, la confianza que todos ponen en el camino como el inicio de una cambio en su vida...
Hay alguien en O Cebreiro todos los veranos -desde hace diez ya- que es capaz de llegar al corazón de todos los peregrinos que por aquí pasan. Se trata de "Burgui", un salesiano entusiasta y vitalista qeu representa el espíritu del camino en O Cebreiro. Transmite ánimo e ilusión a los que llegan cansados por el camino y por las penalidades de la vida. Hoy está sentado a la puerta de la iglesia y va saludando a los que llegan. Tiene la palabra y el gesto adecuado para cada uno: peregrino o turista, joven o viejo... Y muchos papeles que van entregando con una frase, un pensamiento, una reflexión, que escoge según la conversación que ha tenido cono cada uno.
Me tengo que marchar, pero desearía seguir escuchando, como un peregrino más, las palabras de Burgui e iniciar un camino que, como todos en la vida, tenemos que andar, pero que a veces dejamos de lado, diciendo que empezaremos a recorrerlo "mañana"...
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