martes, septiembre 15, 2009

Actividades de fin de verano

Ya hace unos cuantos días que no escribo. Estamos a mediados de septiembre y me encuentro cansado. Está a punto de empezar el curso y en miánimo está todavía poder empezar el verano. Las multiples y diversas actividades en las que he estado inmerso estos días me han impedido tener días veraderamente libres. Bien es verdad que alguna tarde que sí he tenido libre me sentí un poco raro: Ya no sabía queé hacer coon un día entero que se avecinaba sin nada a la vista. Y me puse a trabajar. En casa de mis padres estoy en labores de bricolaje: pintura y montaje de la cocina. En esto he invertido todo el tiempo libre de que dispuse. Al tiempo atendía las obligaciones parroquiales y con el teléfono móvil siempre en el bolsillo.

Y, de cuando en cuando, actividades extra: Las fiestas de O Cebreiro, confirmaciones, un bautizo y un trabajo de maquetación. Los días 8 y 9 de septiembre los consagro cada año a la romería del santuario de O Cebreiro. Desde las ocho de la mañana hasta la ocho de la tarde, participo en las eucaristías que se celebran cada hora en honor de la Virgen María y del Santo Milagro. Este año fue especial el calor que reinó durante toda la semana, con temperaturas de más de 30 grados.

A estas alturas echo de menos no haber puesto en práctica mi gran aficción: el ciclismo. Quizó no sea tarde. Sé que me engaño (las bicicletas son para el verano) pero no se consuela quien no quiere.

He echado de menos también la lectura, que he tradado de conpensar escribiendo algo, una novela, -decia (qué pretencioso). De momento no van más de diez páginas. Pero me sentía cómodo escribiendo, viendo brotar palabras que no sabía como parar y que en cierto modo hablaban de mí.

Por hoy ya he hablado bastante de mi y lo voy a dejar así, pues este blog habla de que Lugo se muevo. Vamos a ello.

jueves, septiembre 03, 2009

Aprender a comunicarse

Esta noche estaba pensando el el domingo, en el evangelio que se lee en misa ese día. Un amigo me pasó unas ideas para la homilía que me gustaron y las empezé a adaptar a mis forma de entender el grave problema de comunicación que existe en nuesta sociedad llamada de la comunicación y de la información, donde cada vez hay más gente sola e incomunicada. Y si no nos relacionamos con los demás, tampoco nos podremos relacionar con Dios.

Bueno, pero no voy a repetir la reflexión, la transcribo a continuación, a ver que os parece.


Aprender a comunicarse

Hay muchas clases de soledad. Algunos viven forzosamente solos. Otros buscan la soledad porque desean «independencia», no quieren estar «atados» por nada ni por nadie. Otros se sienten marginados, no tienen a quien confiar su vida, nadie espera nada de ellos. Algunos viven en compañía de muchas personas, pero se sienten solos e incomprendidos. Otros viven metidos en mil actividades, sin tiempo para experimentar la soledad en que se encuentran.
Pero la soledad más profunda se da cuando falta la comunicación. Cuando la persona no acierta ya a comunicarse, cuando en la familia cada uno va por su lado, cuando las personas sólo hablan de cosas superficiales, cuando nos aislamos evitando todo encuentro verdadero con los demás.
La falta de comunicación puede deberse a muchas causas. Pero hay, sobre todo, una actitud que impide de raíz toda comunicación porque hunde a la persona en el aislamiento. Es el temor a confiar en los demás, el retraimiento, la huida, el irse distanciando poco a poco de los demás para encerrarse dentro de uno mismo.
Este retraimiento impide crecer. La persona «se aparta» de la vida. Vive como «encogida». No toma parte en la vida porque se niega a la comunicación. Su ser queda como congelado, sin expansionarse, sin desarrollar sus verdaderas posibilidades.
La persona retraída no puede profundizar en la vida, no puede tampoco sentirse a gusto con lo que hace. Cuanto más se fomenta la soledad, por los motivos que sea, la persona «se aísla» cada vez más y se va incapacitando para todo encuentro con los demás. Llega un momento en que uno no acierta ni a comunicarse consigo mismo. De este modo tampoco nos podemos comunicar con Dios. Porque también tenemos que relacionarnos con Dios. Lo haremos tal y como lo hagamos con los demás.
La fe es siempre llamada a la comunicación y la apertura. El retraimiento y la incomunicación impiden su crecimiento. Es significativa la insistencia de los evangelios en destacar la actividad sanadora de Jesús que hacía «oír a los sordos y hablar a los mudos», abriendo a las personas a la comunicación, la confianza en Dios y el amor fraterno.
El primer paso que necesitan dar algunas personas para reanimar su vida y despertar su fe es abrirse con más confianza a Dios y a los demás. Escuchar interiormente las palabras de Jesús al sordomudo: «Effeta», es decir, «Ábrete», «Confía en mí».

Se acabaron las vacaciones

Agosto es tradicionalmente, junto al mes de julio, la época de vacaciones. Y hay que aprovecharlos, pues cuando llega septiembre las cosas cambian. Digo esto porque no habiendo disfrutado de vacaciones en el mes de julio, ni en la primera quincena de agosto, había pretendido ocupar algún día de septiembre para completar mis vacaciones. No quise hacer caso de la experiencia de años anteriores y me he vuelto a quedar sin días libres en este comienzo de mes. La primera semana que tenía previsto estar libre de ocupaciones se ha llenado de forma imprevista de diversas actividades. Se acabaron las vacaciones.