sábado, febrero 27, 2010

Nada que decir, mucho por contar

En este momento no sé de qué hablar. Tengo tantas cosas que contar... y no me apetece hablar. La vida va pasando, los días se repiten. Tomo decisiones transcendentales para mi vida sin tener en cuenta las consecuencias. Quizá sea mejor así, pues si pensaje mejor algunas cosas, creo que no las haría. Pero creo en conciencia de tengo que mover fichas. Y me duele.

jueves, febrero 25, 2010

Cuaresma

El miércoles de Ceniza marca el comienzo de la Cuaresma para los cristianos. Tradicionalmente estos cuarenta días antes de la Pascua se han caracterizado por el espíritu de penitencia. Muchas veces en la historia se han entendido mal las cosas, y mucho más en la historia de la Iglesia. En el caso de la penitencia en concreto, creo que se han entendido o explicado mal las cosas en múltiples ocasiones. La penitencia por penitencia no tiene sentido cristiano; el dolor por el dolor no es fin en sí mismo.
Cuando se habla de la Cuaresma como tiempo de penitencia se hace referencia también al concepto de conversión. Esto ya tiene más sentido. Penitencia asociada a conversión indica un medio para conseguir un fin. La penitencia que se propone en los cuarenta días de Cuaresma debe de ser un medio para cambiar de vida: Cambiar hábitos, actitudes, modos de ser o de pensar...
En la sociedad en la que vivimos, en los medios de comunicación, actualmente se da más importancia a los ritos y costumbres exóticas, o de otras religiones que no forman parte de nuestra cultura. Sin menospreciar la riqueza de estas manifestaciones de cómo la necesidad espirtitual de toda persona se plasma en los diversos lugares del mundo, creo sinceramente que debemos colocar al menos en el mismo nivel que éstos nuestras propias costumbres. Y si realmente amamos nuestra tierra, tenemos la obligación de defender lo nuestro y poner en valor nuestra lengua, cultura, religión... todo lo que somos. Y lo que somos se los debemos a nuestros mayores, a nuestro pasado.

domingo, febrero 14, 2010

Continuar el camino

Hay momentos en la vida de una persona en los que tiene que tomar una determinación: Pararse o ponerse a caminar. Las dos constantes que se pueden repetir o que se dan sólo una vez en la vida. Es importante valorar estos momentos para evitar quedarse anclado en un punto que no tiene salida. Y la cosa se complica todavía más. Aún cuando uno se para tiene que seguir caminando. Sé que esto puede parecer complicado, pero es así.

Nos paramos en el camino de la vida cuando conocemos a una persona que nos parece especial y le dedicamos tiempo. Merece todo nuestro tiempo. Vale la pena dejar todo lo que nos rodea y que ya no es importante para nosotros. Iniciamos un rumbo nuevo. Pero otros caminos quedan atrás. A veces es necesario sacrificar lo que queremos para seguir caminando. No puede ser de otra manera si es real.

A otras personas el mundo se les para cuando pierden la ilusión, cuando pierden un amor... Es frecuente que se pare el mundo por ilusiones que nunca se van a hacer realidad. Y hay que asumirlo. Mientras no se asuma la realidad no se puede emprender de nuevo el camino.

Pasa el tiempo y, desde la distancia vemos las cosas de otra manera. Sentimos el dolor de perder un momento de felicidad que ya no existe. Lo único que queda es un recuerdo. Y así debe ser. Ese recuerdo de algo que no fue no debe paralizar la vida. El mundo es maravilloso: "Si lloras por no haber visto el Sol las lágrimas te impedirán ver las estrellas".

sábado, febrero 13, 2010

Dichosos los pobres

El evangelio siempre nos cuestiona, si realmente reflexionamos sobre las palabras que escuchamos o leemos, lo más normal es que nos llenen de inquietud. Hoy he estado reflexionando sobre las bienaventuranzas. En ella Jesús arremete directamente contra aquello que, en una primera mirada, más valoramos en este mundo: la riqueza, el poder, el destacar sobre los demás… A todos se nos revuelve algo por dentro cuando escuchamos decir a Jesús: "felices los pobres". No lo entendemos. Algo se rompe en nuestros esquemas. Sus coetáneos decían que estaba loco; nosotros podemos pensar que se equivoca, o simplemente que lo que dice no nos afecta.
Este discurso le da la vuelta a todas nuestras ideas sobre lo que es la vida: si nosotros creemos que lo mejor es triunfar, tener mucho dinero, comodidades y bienes, Jesús nos dice que no, que lo mejor es elegir ser pobre, compartir, buscar los últimos puestos y vivir sirviendo a los demás.
El Evangelio nos dice que este discurso nos lo dirigió Jesús a unos pocos elegidos, personas especiales, sino a un grupo grande de gente que se reunió a escucharle. Se dirige hoy a todos los que nos llamamos cristianos e intentamos seguirle. Después de dos mil años a nosotros nos sigue chocando tanto como a todas las generaciones que han escuchado las bienaventuranzas. ¿Qué quiere decir?

En primer lugar tenemos que darnos cuenta de que Jesús nunca obligó a nadie a seguirle... simplemente hizo una invitación y presentó su estilo de vida. Todos sus mandatos se resumen en el mandamiento del amor reflejado en su vida entregada. Por otra parte, también tenemos que darnos cuenta de que, una vez que optamos por el camino que él nos ha marcado, tenemos por delante un reto impresionante, una tarea ingente y una responsabilidad que a veces puede asustarnos.

Despues de leer este texto reflexiono sobre mi vida, sobre cómo vivo y en qué pongo mi empeño. E interiorizo en mensaje de las bienaventuranzas. En la riqueza difícilmente puede haber un lugar para Dios cuando va asociada a la autosuficiencia o a la explotación del pobre. Dios toma partido por los pobres porque ellos le necesitan y le esperan, Dios toma partido por los pobres porque ellos sufren la explotación de los ricos y poderosos. Y Dios maldice a los ricos no es porque la riqueza sea mala en sí misma; al contrario, Él quiere que todos tengamos las mejores condiciones de vida en este mundo: lo que denuncia es su apego a lo material que les impide estar atentos a las necesidades de los demás, sin dejar tampoco a Dios. Se denuncia el sentirse autosuficiente, cuando la realidad nos demuestra todo lo contrario, que no podemos vivir solos, aislados. Y esto vale para todos. La crítica es precisamente porque nos ama y quiere invitarnos a cambiar nuestras actitudes.

Y el posicionamiento de Dios a favor de los pobres refleja la actitud contraria a la que critica: estar abiertos a libros y libres para todo. Por eso les llama dichosos, felices. Dios está con ellos para siempre, ellos son los herederos y los depositarios de sus promesas. Y ellos serán también para nosotros llamada siempre renovada a la conversión. A unirnos al proyecto que Dios tiene para este mundo y para el hombre, al reinado de la fraternidad y de la solidaridad.

jueves, febrero 11, 2010

Versos tristes

"Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada y tiritan, azules, los astros, a los lejos”. El viento que la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito...
Ella me quiso... a veces yo también la quería. ¡Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos!
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al mar como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. Y a lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo".