sábado, febrero 13, 2010

Dichosos los pobres

El evangelio siempre nos cuestiona, si realmente reflexionamos sobre las palabras que escuchamos o leemos, lo más normal es que nos llenen de inquietud. Hoy he estado reflexionando sobre las bienaventuranzas. En ella Jesús arremete directamente contra aquello que, en una primera mirada, más valoramos en este mundo: la riqueza, el poder, el destacar sobre los demás… A todos se nos revuelve algo por dentro cuando escuchamos decir a Jesús: "felices los pobres". No lo entendemos. Algo se rompe en nuestros esquemas. Sus coetáneos decían que estaba loco; nosotros podemos pensar que se equivoca, o simplemente que lo que dice no nos afecta.
Este discurso le da la vuelta a todas nuestras ideas sobre lo que es la vida: si nosotros creemos que lo mejor es triunfar, tener mucho dinero, comodidades y bienes, Jesús nos dice que no, que lo mejor es elegir ser pobre, compartir, buscar los últimos puestos y vivir sirviendo a los demás.
El Evangelio nos dice que este discurso nos lo dirigió Jesús a unos pocos elegidos, personas especiales, sino a un grupo grande de gente que se reunió a escucharle. Se dirige hoy a todos los que nos llamamos cristianos e intentamos seguirle. Después de dos mil años a nosotros nos sigue chocando tanto como a todas las generaciones que han escuchado las bienaventuranzas. ¿Qué quiere decir?

En primer lugar tenemos que darnos cuenta de que Jesús nunca obligó a nadie a seguirle... simplemente hizo una invitación y presentó su estilo de vida. Todos sus mandatos se resumen en el mandamiento del amor reflejado en su vida entregada. Por otra parte, también tenemos que darnos cuenta de que, una vez que optamos por el camino que él nos ha marcado, tenemos por delante un reto impresionante, una tarea ingente y una responsabilidad que a veces puede asustarnos.

Despues de leer este texto reflexiono sobre mi vida, sobre cómo vivo y en qué pongo mi empeño. E interiorizo en mensaje de las bienaventuranzas. En la riqueza difícilmente puede haber un lugar para Dios cuando va asociada a la autosuficiencia o a la explotación del pobre. Dios toma partido por los pobres porque ellos le necesitan y le esperan, Dios toma partido por los pobres porque ellos sufren la explotación de los ricos y poderosos. Y Dios maldice a los ricos no es porque la riqueza sea mala en sí misma; al contrario, Él quiere que todos tengamos las mejores condiciones de vida en este mundo: lo que denuncia es su apego a lo material que les impide estar atentos a las necesidades de los demás, sin dejar tampoco a Dios. Se denuncia el sentirse autosuficiente, cuando la realidad nos demuestra todo lo contrario, que no podemos vivir solos, aislados. Y esto vale para todos. La crítica es precisamente porque nos ama y quiere invitarnos a cambiar nuestras actitudes.

Y el posicionamiento de Dios a favor de los pobres refleja la actitud contraria a la que critica: estar abiertos a libros y libres para todo. Por eso les llama dichosos, felices. Dios está con ellos para siempre, ellos son los herederos y los depositarios de sus promesas. Y ellos serán también para nosotros llamada siempre renovada a la conversión. A unirnos al proyecto que Dios tiene para este mundo y para el hombre, al reinado de la fraternidad y de la solidaridad.

No hay comentarios: