En 1990 cayeron en mis manos estos restos de un violín, destinados a engrosar las escombreras de desechos de materiales de construcción. Los guardé durante un tiempo pegándolos como pude y dándoles un barniz al tinte y brocha gorda. Finalmente durmieron el "sueño de los justos" hasta 2013 en el desván de casa. En diciembre me acordé de ellos a raíz de un concierto de cuerda en la Iglesia de O Cebreiro. Quería que mi sobrina Xiana viese uno de cerca. Subí al desván y allí estaba, donde lo había dejado. Pero al cogerlo se me cayó en pedazos de nuevo. Me puse manos a la obra, limpié las piezas y me puse a juntarlas para darles vida de nuevo. Estas son las fotos del proceso.
Estado inicial de piezas
Interior de la parte posterior
Esta parte era la mejor conservada y quedó tal cual
Detalle del barniz primero con una capa posterior tintada
Agregando los laterales
Tapa superior
Interior de la tapa superior
Interior de la tapa superior (2)
Marcas deterioradas en la tapa
Violín encolado y pulido, antes del barniz